domingo, 8 de mayo de 2016

XIX. VIENTO DE CEDRO

Pechos en estado de sitio
donde el corazón late su asedio,
invisible como un puñal de turba
que eviscera la noche.

Qué orfandad de risas,
con dedos prontos al chasquido,
fuerza levas entre las palomas,
borbotea en fundición
el bronce de las campanas,
y flota globos cautivos
para hostigar las nubes…

Cómo apresa todo resuello
esa marcialidad sorda,
que con el manto del hábito
nos reduce a mera sombra.

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