domingo, 9 de febrero de 2020

LII. VIENTO DE CEDRO

Ayer fueron saltos ágiles
entre dentelladas aviesas,
bocados ganados en el despojo,
cópulas erguidas sobre la victoria
y coronas ceñidas a tu sien
por la cruz de las espadas.

Hoy rebosan tus costuras
por la tenaz impugnación de tu ser,
por el declive acomodado de tu vuelo;
es tu puño el que se crispa en su cetro.

Envidias, mas no deseas;
maquinas, mas no ingenias;
anhelas, mas no luchas;
te dueles en anticipo febril del hierro…

Tu hogar alienta un fuego estéril
en el que bailan sombras chinescas,
la silueta exacta de un dominio
que implora su cobija de polvo.

Prevén la cédula de las mareas:
incinera estadillos,
salda genealogías,
licencia huestes
y convoca a los poetas…

Que sus flores rindan la plaza.

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