No son ya los sórdidos arsenales
donde millones de ánimas
lubricadas con pulso disciplinado
esperan a que el oro decrete
acción.
No es ya la gloria de tantos tiranos
violando a golpe de cincel
el pudor mineral de las piedras
hasta el molde exacto que su gesto
salmodia.
No son ya las montañas de basura
cuadradas con precisión egipcia,
que según longitud y latitud
un ejército de pies descalzos
compacta.
No son ya las ubicuas mezquindades,
aupadas por uso a la normalidad,
que con lenta, firme, implacable
muela de obituario carroñean
los días.
Es ser un tonto atrapado en la inercia
de reírse solo para hacer pantalla;
son las vetas de carcoma en el alma
que abre la certeza de malgastar
tu amor.
donde millones de ánimas
lubricadas con pulso disciplinado
esperan a que el oro decrete
acción.
No es ya la gloria de tantos tiranos
violando a golpe de cincel
el pudor mineral de las piedras
hasta el molde exacto que su gesto
salmodia.
No son ya las montañas de basura
cuadradas con precisión egipcia,
que según longitud y latitud
un ejército de pies descalzos
compacta.
No son ya las ubicuas mezquindades,
aupadas por uso a la normalidad,
que con lenta, firme, implacable
muela de obituario carroñean
los días.
Es ser un tonto atrapado en la inercia
de reírse solo para hacer pantalla;
son las vetas de carcoma en el alma
que abre la certeza de malgastar
tu amor.
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