LEX MERCATORIA
Las fauces del progreso
bosquejan en un gráfico
las dentelladas de su plan;
un trazo declama poder,
y dicta qué horizontes
han de sentir el yugo.
Ya no se conoce paz,
y la viruela de los objetivos
tachona mapas y cartas
sin el freno de las fronteras.
Aguardan deudos sañudos,
el gemido de cabestrante,
el sudor de herrumbre,
el cuajo de hormigón,
que se afilan de orgullo
cuando arañan las nubes.
Vano espasmo termodinámico
con que demorar la derrota,
y la vocación de polvo
que lo preña todo.
El tiempo siempre empuña
una orfebrería más paciente;
un raso implacable enguanta
la alquimia del olvido.
Las fauces del progreso
bosquejan en un gráfico
las dentelladas de su plan;
un trazo declama poder,
y dicta qué horizontes
han de sentir el yugo.
Ya no se conoce paz,
y la viruela de los objetivos
tachona mapas y cartas
sin el freno de las fronteras.
Aguardan deudos sañudos,
el gemido de cabestrante,
el sudor de herrumbre,
el cuajo de hormigón,
que se afilan de orgullo
cuando arañan las nubes.
Vano espasmo termodinámico
con que demorar la derrota,
y la vocación de polvo
que lo preña todo.
El tiempo siempre empuña
una orfebrería más paciente;
un raso implacable enguanta
la alquimia del olvido.
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