SONETO XI
Sin que mi noche rompa en alborada,
sobre tu piel mi mano se desliza;
el almíbar de tu voz no me hechiza,
menos me eleva al cielo tu mirada.
En tus labios no está la bocanada
de aire nuevo que mi rescoldo atiza,
ni busco en tus caderas la baliza
a que abrazarme cuando hay marejada.
Tu imagen no consume el pensamiento,
porque habitan más leyes en mi fuero;
ni espero que haya en tu regazo asiento,
pues sin ti ayer viví, ahora no muero.
No eres mi calor, mi luz, mi alimento;
no te necesito, pero te quiero.
Sin que mi noche rompa en alborada,
sobre tu piel mi mano se desliza;
el almíbar de tu voz no me hechiza,
menos me eleva al cielo tu mirada.
En tus labios no está la bocanada
de aire nuevo que mi rescoldo atiza,
ni busco en tus caderas la baliza
a que abrazarme cuando hay marejada.
Tu imagen no consume el pensamiento,
porque habitan más leyes en mi fuero;
ni espero que haya en tu regazo asiento,
pues sin ti ayer viví, ahora no muero.
No eres mi calor, mi luz, mi alimento;
no te necesito, pero te quiero.
Me encanta.
ResponderEliminarUna palabra detrás de otra.
Un verso tras otro.
Es ..¿perfecto?
No. La perfección no existe.