SONETO IV
Náufragos en las peñas del rigor,
sin más agua ni luz que si es ganada
dejándose la piel cada jornada,
no templan el edicto del Señor.
No paga su perdón nuestro sudor,
con un salmo de cuero en cruz salada
y cara de divisa devaluada
sin palmas ni romeros de su olor.
Quizás porque a su campo de batalla,
vientre de espinas en que no hay más trato
que sallar con la azada entre los pies,
no espera ni el laurel ni la medalla.
Porque la victoria es ganarse un plato;
dar gracias por llegar a fin de mes.
Náufragos en las peñas del rigor,
sin más agua ni luz que si es ganada
dejándose la piel cada jornada,
no templan el edicto del Señor.
No paga su perdón nuestro sudor,
con un salmo de cuero en cruz salada
y cara de divisa devaluada
sin palmas ni romeros de su olor.
Quizás porque a su campo de batalla,
vientre de espinas en que no hay más trato
que sallar con la azada entre los pies,
no espera ni el laurel ni la medalla.
Porque la victoria es ganarse un plato;
dar gracias por llegar a fin de mes.
Goal.
ResponderEliminarTexto de cabecera para el 2016.
ResponderEliminarPara no olvidar nunca a que nos debemos.
Han pasado años ya, pero sigue siendo una alegría leerte.