SONETO I
Pierdo las alas en el desamor,
peno sombras de un ángel en secano
refugiado en el quehacer mundano
y apenas si camuflo mi dolor.
La comida me estraga sin sabor,
crece un puño de garfios en mi mano,
lejos del tacto que me hacía humano,
al declinar el poso de su olor.
Abrigo sólo piedras por almohada
y molienda de sueños por jornada,
rehén encadenado a un espejismo.
Arrancar del Oeste al sol sediento,
mutilar las palabras del abismo
y borrar de mis labios aquel viento.
Pierdo las alas en el desamor,
peno sombras de un ángel en secano
refugiado en el quehacer mundano
y apenas si camuflo mi dolor.
La comida me estraga sin sabor,
crece un puño de garfios en mi mano,
lejos del tacto que me hacía humano,
al declinar el poso de su olor.
Abrigo sólo piedras por almohada
y molienda de sueños por jornada,
rehén encadenado a un espejismo.
Arrancar del Oeste al sol sediento,
mutilar las palabras del abismo
y borrar de mis labios aquel viento.
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