Mentían los padres de la patria.
No ventilaba sus cuentas la libertad
entre mapas militares destazados
por las orugas de los tanques,
cartas náuticas batidas
en pos del dividendo,
ni constituciones vendidas al peso
por sesudos exégetas.
Pendía su fortuna de otra épica
desterrada de los bronces:
que el dedo índice
no abandonara el calor del puño
para proyectar su sombra acusadora,
que la rigidez del brazo
previniese el codazo cómplice
que excita una sonrisa torva,
que el defecto de saliva
aplacase la lengua insidiosa
presta al cuchicheo...
Tierra de nadie entre alambres
y miserias cotidianas,
donde el único camino
es la estela de los justos.
No ventilaba sus cuentas la libertad
entre mapas militares destazados
por las orugas de los tanques,
cartas náuticas batidas
en pos del dividendo,
ni constituciones vendidas al peso
por sesudos exégetas.
Pendía su fortuna de otra épica
desterrada de los bronces:
que el dedo índice
no abandonara el calor del puño
para proyectar su sombra acusadora,
que la rigidez del brazo
previniese el codazo cómplice
que excita una sonrisa torva,
que el defecto de saliva
aplacase la lengua insidiosa
presta al cuchicheo...
Tierra de nadie entre alambres
y miserias cotidianas,
donde el único camino
es la estela de los justos.
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