Arañan con su filo transparente
las bisectrices de las esquinas;
rasga la proyección espectral
de las farolas;
muerde el plano alzado
de las alcantarillas...
Hieren,
como multiplicadas aduanas
que sostienen su escrutinio,
todos los bordes de la ciudad.
Ejes en los que se engarza
la revolución de millones
de sistemas planetarios;
argonautas incansables
que persiguen
su vellocino cotidiano,
apurando el repertorio
de respuestas defensivas:
alas replegadas sobre los costados,
ojos que hienden, maniáticos,
las líneas de una revista,
dedos en inventario de urgencia
a los bolsillos;
y que al reflejo fugaz de una luna
en un kiosco callejero
someten al pelo levantisco,
afilan el perfil de unos labios
siempre prietos.
A través del cristal,
repasando los cantos vivos
con su aleteo lúbrico,
nos aborda la sonrisa congelada
de las estrellas del porno.
las bisectrices de las esquinas;
rasga la proyección espectral
de las farolas;
muerde el plano alzado
de las alcantarillas...
Hieren,
como multiplicadas aduanas
que sostienen su escrutinio,
todos los bordes de la ciudad.
Ejes en los que se engarza
la revolución de millones
de sistemas planetarios;
argonautas incansables
que persiguen
su vellocino cotidiano,
apurando el repertorio
de respuestas defensivas:
alas replegadas sobre los costados,
ojos que hienden, maniáticos,
las líneas de una revista,
dedos en inventario de urgencia
a los bolsillos;
y que al reflejo fugaz de una luna
en un kiosco callejero
someten al pelo levantisco,
afilan el perfil de unos labios
siempre prietos.
A través del cristal,
repasando los cantos vivos
con su aleteo lúbrico,
nos aborda la sonrisa congelada
de las estrellas del porno.
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