domingo, 26 de marzo de 2017

XXXVI. VIENTO DE CEDRO

A IMITACIÓN DE TRAJANO

Vemos huestes en los vados,
pontoneros en su afán
y castillos enriscados
donde un emperador templa
su cólera mineral.

El enganche de los bueyes
en la ara sacrificial
y los vencidos que aguardan
la espada postrimera
en un espanto de mármol.

Todo el clamor se acalla
y las piedras son un túmulo
insensible al estruendo,
yermo donde el olvido
labra su mies paciente.

Cae la noche de los siglos
y en una aurora de flashes
las columnas de turistas
libran su contienda estéril
en la premura de sí.

Todavía nos alcanza
el eclipse de la luz
en negativo de arena,
atenuante del botín
pero nunca de su sed.

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