miércoles, 1 de julio de 2015

V. VIENTO DE CEDRO

Corta con su ojo de Polifemo
la noche de hormigón que lo apresa.

El traqueteo consonante
tac–tac, tac–tac, tac–tac
devora prisas, silencios,
neutrinos traspasantes
que abordan la piel y la desechan
persiguiendo su mínimo energético:
                      la indiferencia.

Y los escupe a medio masticar
para acometer
con prístina voracidad
el siguiente bocado.

A la superficie,
en un mundo de distancia
que cabalga a lomos
                      de sus galerías,
sólo llega el terror dulzón
de esa digestión enrejada,
en una vaharada
de marilynes sorprendidas
y encantadores
                      de serpientes de papel.

No es su flauta
la que paga el rescate
de ese universo maquinal
                      y adormecido;
es un codazo para ganar una puerta;
es un disparo enlatado:
                      «Próxima estación, Gran Vía»

1 comentario: