viernes, 29 de mayo de 2015

II. VIENTO DE CEDRO

Arañan con su filo transparente
las bisectrices de las esquinas;
rasga la proyección espectral
                                 de las farolas;
muerde el plano alzado
                                 de las alcantarillas...
Hieren,
como multiplicadas aduanas
que sostienen su escrutinio,
todos los bordes de la ciudad.

Ejes en los que se engarza
la revolución de millones
de sistemas planetarios;
argonautas incansables
que persiguen
su vellocino cotidiano,
apurando el repertorio
de respuestas defensivas:
alas replegadas sobre los costados,
ojos que hienden, maniáticos,
las líneas de una revista,
dedos en inventario de urgencia
                                 a los bolsillos;
y que al reflejo fugaz de una luna
en un kiosco callejero
someten al pelo levantisco,
afilan el perfil de unos labios
                                 siempre prietos.

A través del cristal,
repasando los cantos vivos
con su aleteo lúbrico,
nos aborda la sonrisa congelada
de las estrellas del porno.

martes, 19 de mayo de 2015

I. VIENTO DE CEDRO

Es tan fácil acostumbrarse a lo bueno
que apenas si recuerdo
que hubo otros tiempos
con sus laberintos
de paredes repetidas
y espejos deformantes.

Mi cuerpo desnudo
cura esa desmemoria
rescatando los latigazos
de los escaparates.

La tensión de los paraísos turísticos,
el sudor de los alquileres asequibles,
el pinchazo de las carteleras recién estrenadas,
la sangre de las exóticas delicattessen…
                      el acoso implacable de la nada.

Y allí llegan tus dedos de Ariadna,
brujuleando por mi pellejo,
recomponiendo los cabos,
mostrándome la salida…

Ahora puedo enfrentar,
sereno,
los cristales de ese abismo cotidiano,
porque tu silueta se recorta
como una luna mayestática
contra el vacío
y lo eclipsa…

Y el vacío,
           derrotado,
me devuelve el paso fugaz
de tus ojos por los míos.